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 MOVIMIENTO TENGO SED
PARA LA EVANGELIZACION 

I. Propósito y Naturaleza

    1) Panorama General del Movimiento

Como miembros del Movimiento “Tengo Sed” hemos sido ungidos con una porción del carisma de Madre Teresa y, al igual que ella, hemos sido llamados junto con toda la Sociedad MC[1] a vivir en unión con Nuestra Señora a los pies de la Cruz — para desde ahí:

  • Contemplar la “profundidad del Amor Divino revelado” en las palabras de Jesús, “Tengo Sed”, encomendadas a Madre, como la piedra angular de su misión y de la nuestra.

  • Saciar Su Sed “de nuestro amor y el de las almas”, por medio de una vida radicalmente bautismal en el medio secular, vivida dentro del Movimiento en un compromiso personal con la oración, con la evangelización en el carisma, y con la caridad — haciendo “pequeñas cosas con gran amor” a aquellos más necesitados, conscientes de las palabras de Jesús “A mí me lo hiciste…”[2]

    2) Gracia Fundacional: Cimientos para el Movimiento

a) La semilla de este carisma fue comunicada a Madre Teresa en su Gracia Fundacional: una serie de locuciones interiores que comenzaron el 10 de septiembre de 1946,[3] y que duraron hasta 1947. Éstas concluyeron con una visión en la cual Madre se vio a sí misma de pie ante Jesús Sediento, pendiendo de la Cruz, envuelta por la presencia de Nuestra Señora y rodeada de una enorme multitud de personas pobres y sufrientes de todos tipos. Todos ellos estaban cubiertos por una gran oscuridad y clamaban a Jesús, incapaces, sin embargo, de verlo o alcanzarlo.

 

b) A partir de 1947, Madre trató de fusionar lo que presenció en su visión – la Sed de Uno y de otros — la Sed de Dios por el hombre y la sed del hombre por Dios — y de saciar las dos, a través de una vida de amor generoso. En todos sus esfuerzos buscó tan solo una cosa:[4] saciar a su Señor y atraer a los demás, a sus Hermanas y Colaboradores — y a los pobres mismos — a hacer lo mismo. A lo largo de su vida invitó a ricos y pobres a conocer, acoger y a saciar la Sed de Jesús de amor y de almas, especialmente la de los más necesitados y más alejados.

[1] Abreviación de: Misioneros de la Caridad.

[2] Cf. Mateo 25:40.

[3]A bordo del tren a Darjeeling para asistir a su retiro anual. En la Familia MC, esta fecha, el 10 de septiembre de 1946, es conocida como el “Día de la Inspiración” y su aniversario se celebra todos los años.

[4]Madre se esforzó para vivir la llamada de esta visión igualmente en todo lo que hizo: rezando ante Jesús en la Eucaristía, sirviéndole en los Pobres, proclamando Su Amor al mundo, o abrazando Su Presencia Crucificada en sus propios sufrimientos.

II. Espiritualidad

     Introducción

Durante el tiempo de formación, los miembros han de abrazar tres compromisos interiores que reflejan nuestra espiritualidad y abarcan nuestra forma de vida. Éstos son nuestra respuesta a la herencia que hemos recibido de Madre Teresa, y forman el lazo espiritual que compartimos con los Padres MC.,

A. Encuentro Personal con la Sed de Jesús

 

El Movimiento existe para llevar a cada miembro a un encuentro personal con la Sed de Jesús. Este encuentro se lleva a cabo, primero, en la intimidad de nuestra propia alma, especialmente ante el misterio de Su Cuerpo roto, escondido en la Eucaristía, y después en el servicio a Su Cuerpo roto, disfrazado en los pobres.

  1. Compromiso: Encuentro Diario. El primer compromiso dentro del Movimiento es la promesa de buscar formas y medios para tener un contacto diario y consciente con la Sed de Jesús — confiando en que Él tiene Sed, cada día, de todo lo que somos, tal como somos. En medio de los eventos de la vida cotidiana lo encontramos a Él, aún crucificado en el altar del mundo, y somos capaces de reconocer hora tras hora la invitación del Espíritu de permanecer ante el Hijo de Dios, nuestro Señor Sediento.

  1. “Atraeré a todos hacia a mí”. Jesús ha cumplido Su promesa de “atraer a todos hacia Él” en la Cruz, al habernos atraído a nosotros a este carisma, enraizado en el misterio de Su Sed desde la Cruz. Él sigue atrayendo nuevos miembros, a través de medios muy diversos — a través del ejemplo de Madre Teresa, del trabajo de la Sociedad, por medio del contacto con los pobres, al meditar Su Palabra o por una llamada directa de Él mismo. 

  1. Fuente de Unidad. Es este encuentro invisible, con Jesús Sediento, que se lleva a cabo en nuestras vidas cotidianas, el que forja nuestra unidad dentro del Movimiento. Esta unión espiritual diaria, a los pies de la Cruz, une a todos los miembros del Movimiento y de la Sociedad alrededor del mundo. Nuestro encuentro compartido con Jesús crucificado es la fuente oculta de nuestra unión y nuestro crecimiento — en santidad y en fecundidad apostólica.

En la Cruz en la Escuela de Nuestra Señora

El Movimiento desea reconocer que es Nuestra Señora quien nos ha traído a los pies de la Cruz de su Hijo, tal como lo hizo por primera vez con Juan y Magdalena, y que es Nuestra Señora quien nos mantiene ahí a pesar de nuestras debilidades y de las artimañas del mundo. Al “prestarnos su corazón”, y así llenarnos con su amor y gracia propios, nos permite escuchar y responder al grito de Sed de Jesús “a través de ella, con ella y en ella”.

 

El Espíritu Santo, como Amor Infinito, es el ‘Agua Viva’ que sacia a Dios y al hombre. Como Esposa del Espíritu, Esposa de las Aguas Vivas, Nuestra Señora tiene el papel especial de saciar la Sed de su Hijo a los pies de la Cruz, consciente de que su misión de saciar se extiende a lo largo del tiempo, y buscando una manera visible de estar presente ante el Cuerpo Místico de su Hijo en sus sufrimientos. Madre Teresa, nos dice que, Nuestra Señora le “rogó[1]” para que naciera este carisma dentro de la Iglesia.[2] Es el deseo y el plan de Nuestra Señora el “prestarnos su corazón”, para que al “prestarle” a ella nuestra propia presencia física en el mundo, ella pueda continuar saciando a su Hijo en Su Cuerpo Místico por nuestro medio. Este carisma, el carisma de Nuestra Señora, busca lograr que la Familia MC y que este Movimiento, sean una extensión de la presencia de Nuestra Señora en los Calvarios del mundo. 

 

Por esta razón, al igual que Madre desde su visión de 1947, los miembros del Movimiento se enrolan en la escuela de Nuestra Señora a los pies de la Cruz para ser formados, guiados, sostenidos y santificados por ella.

 

Compromiso: Consagración a Nuestra Señora. En la Cruz, Jesús encomendó a Nuestra Señora a San Juan[3] y a partir de esa hora el discípulo la acogió en su casa, en su corazón y en su vida. La primera ‘encomienda’ Mariana preparó a Juan el Evangelista para percibir la “profundidad del Amor de Jesús revelado en Su grito desde la Cruz ‘Tengo Sed.’” Es bajo esta luz que nosotros hacemos nuestra consagración Mariana en el Movimiento —reconociendo el papel de Nuestra Señora como esposa del Espíritu— En saciar a Jesús, nos encomendamos a nosotros mismos y nuestra misión a ella, ‘acogiéndola’ completamente y viviendo en unión con ella a los pies de la Cruz.

 

[1] “rogar”, se refiere al sentido de “pedirle enfáticamente que”, “interceder” NT.

[2] El carisma MC puede ser visto como el fruto de los ruegos de Nuestra Señora —con Madre Teresa y ante el Padre— y como la respuesta del Padre a la plegaria de Su primera hija, y a la Sed de Su Hijo Amado.

[3] Ver: Jn19, 27. Para preparar un corazón en el discípulo, igual que el de Su Madre y tener mejor capacidad para poder recibir la semilla de la Palabra que Él estaba a punto de proclamar desde la Cruz, revelando el Misterio del Amor del Padre.

Misión

   Introducción 

La espiritualidad de nuestros compromisos interiores — al Encuentro con la Sed de Jesús, a vivir en la Escuela de Nuestra Señora a los pies de la Cruz, y con la Oblación — es expresada en iniciativas exteriores en bien de la misión: específicamente en las áreas de Oración de intercesión, de Evangelización dentro del contexto del carisma, y en las ‘humildes obras’ de caridad hechas a los más necesitados.

 

La oración, la evangelización, y la caridad son el suelo sagrado en el que se lleva a cabo nuestro encuentro con Jesús Sediento, donde concretamente estamos parados con Nuestra Señora a los pies de la Cruz, y donde estamos llamados a ofrecernos a nosotros mismos en Oblación a través de las palabras y de las obras de caridad.

A. Oración: Consuelo e Intercesión

Como coparticipes del carisma de Madre Teresa, estamos llamados de forma particular a consolar a Jesús[1] en Su ‘dolorosa Sed’, primeramente, por medio de la oración — en el templo de nuestros corazones y ante la Eucaristía. Es ahí donde intercedemos por quienes están perdidos en el dolor de la soledad, el desconocimiento de Dios y el pecado. De este oculto ministerio de consuelo a través de la oración y la intercesión, el Señor también dirá “A Mí Me lo Hiciste…”.

 

La oración personal, especialmente la contemplativa u oración profunda[2], es la estrecha puerta de entrada para el encuentro con la Sed de Jesús Crucificado. La oración profunda también es necesaria para estar conscientes de la presencia y las peticiones de Nuestra Señora a los pies de la Cruz, y para la gracia de vaciarnos de nosotros mismos junto con Ella en una generosa Oblación al Hijo de Dios.

1] A lo largo de toda su vida, Madre repartió imagines del Ecce Homo con el título “Busqué consoladores y no hallé…”, y agregó con su audaz manuscrita: “SÉ TU...”.

[2] Ver el Catecismo de la Iglesia Católica, No. 2711, 2560-2561, 2667-2668, 2697, 2699.

 B. Evangelización

  1. La evangelización dentro del contexto del carisma — haciendo que la Sed del Señor sea conocida, acogida y saciada — es la característica distintiva del Movimiento. Nuestro ministerio de evangelización es una participación directa en la misión de prédica y enseñanza de los Padres MC. Además de ser enviados en misión, esta participación incluye el apoyo oculto de la oración de intercesión, por los Padres MC y por los pobres. Los miembros del Movimiento han de considerarse a sí mismos como coparticipes de un solo carisma junto con los Padres MC, como custodios y apóstoles del mensaje de Madre Teresa, y como miembros de una familia espiritual y apostólica.

 

C. Caridad

Los “Trabajos de Amor[1]” son medios privilegiados y ungidos para saciar a Jesús crucificado en el ‘sacramento de los Pobres’. Los pobres y sufrientes son como las llagas de Cristo en su cuerpo místico. Ya que ellos comparten la crucifixión de Jesús en cuerpo y alma, son una extensión de Su Pasión en el mundo — aun cuando con gran frecuencia no conozcan ni a Él ni al amor que Él les tiene. Entonces ellos ¿cómo van a creer en un Dios de amor si jamás han sido tocados por el amor de Dios a través de Sus discípulos? Por lo tanto, hemos sido enviados a traerles la “Buena Nueva” del infinito anhelo de Dios por los más necesitados a través de las obras de amor y de las palabras.

 

Koinonia— Comunión en Comunidad. El principio neotestamentario de ‘koinonia’, de comunión en comunidad entre aquellos que comparten este carisma quiere decir que, incluso en nuestra diversidad de dones y ministerios, nosotros somos un solo cuerpo por nuestra unción en el Espíritu. Al igual que una parte de la unción de Moisés fue dada a los 70 ancianos para que pudieran ayudarle en sus tareas, así también una parte de la unción otorgada a Madre Teresa ha sido dada de forma variada a las diferentes ramas de la Sociedad MC; y del mismo modo, aun cuando difieran en orden, a los laicos del Movimiento con sus capacidades únicas y sus dones de gracia.

[1] “Trabajos de amor” se refiere a la traducción literal del inglés, idioma oficial de la Congregación; corresponden a las “obras de Misericordia o Caridad” del español, pero en un sentido más amplio que las clásicamente citadas como tales. Por lo mismo, se ha preferido dejar, en estos estatutos, la primera traducción literal.

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